Tuesday, August 23, 2011

Rottenblock: La historia del Sugardaddy y la Rosadita (Primera Parte)

Si, buenas….

Una vez más me encuentro de paso, esta vez un por un tiempo más prolongado, por territorio clomboliano. Durante esta ocasión, vine con ganas de verdaderamente descubrir esa esencia tropical que perdí hace tantos años. Que mejor manera de hacerlo que ver la escena metalera en Bogotá. Y no estamos hablando de B-Bar, ni del Metal convenience store, ni de cualquier pupi-sitio en el norte,  queeeeeeeee…. Había que hacerlo con estilo. La única manera de conseguir mi objetivo era ir a los bares de la 1ra de Mayo (¡ahí si quien dijo yo!). De esta manera comenzaré a recontar una serie de eventos que solo pasan en el país del Sagrado Corazón De Jesús.


Todo comenzó gracias al amigo Castro, que ante el desparche de esta servidora, se compadeció con esta alma caritativa y me conecto con el propio sujeto que sería mi guía turístico durante mis travesías por Rottenblock (o cuadra picha que llaman por acá… Me gusta más cuando le dicen cuadra alegre, aunque sinceramente debería llamarse cuadra reggaetonera, cuadra tropipopera o cuadra uits). La velada comenzó a eso de las 7:15pm (COT), cuando con latica de Heineken en mano nos dirigíamos hacia la Boyacá para abordar un taxi que nos llevara hacia donde rumbea Mr. El Patas y sus legiones del sur de la capital. Todo iba bien hasta cuando nos dispusimos a abordar el primer taxi, el cual se detuvo he intercambio las siguientes palabras con nosotros:

Taxi: ¿Pa’ dónde van?
Guía: Pa’ la 1ra de Mayo a cuadra picha.
Taxi: UY NO Hermano…. (Taxi sale despavorido del sito)
           
Taxista huyendo por su vida ante la idea de llevar dos mechudos al Rottenblock.

Como se dice en mi tierra ártica: No big deal, ¿right? Así que sin más preámbulos nos dirigimos a repetir la misma operación. Al parar el nuevo taxi intercambio las siguientes palabras con nosotros:

Taxi: ¿Pa’ dónde van?
Guía: Pa’ la 1ra de Mayo a cuadra picha.
Taxi: UY NO Hermano, por allá no voy…. (Nuevamente el Taxista huye por su vida…)

Uy No Hermano... AHHHHHHHHH

Dicen por ahí que cuando el río suena, piedras lleva. Pero era tanta la emoción que no quise ponerle mucho cuidado a las palabras de los sabios taxistas citadinos. Gente complicada al fin y al cabo, oyé. En ese momento lo único que se me cruzaba por la cabeza era: Hmmm, de pronto el sitio este queda retiradito y hay trancón. En realidad, que puede ser tan malo de un sito que se llame cuadra picha, nada ¿verdad? No desistimos y paramos un tercer taxi el cual, palabras más palabras menos, nos dijo lo mismo y que por allá no iba…. En este instante me dije a mi misma: Mierda, yo en que me metí.

Vea, Ahora si todos corran por sus vidas!
 Ya estaba dispuesta a decirle a mi amable guía: Mijo, sabe que, gracias pero no gracias; apague y vámonos. Pero como la vida da muchas vueltas, llego un cuarto taxi que si dijo de una vez: ¡Súbansen!  (Y otra vez, quien dijo yo). Al ritmo de Lluvia del Grupo Niche, entre otros temas igualmente jocosos, nos dirigimos hacia nuestro destino final. Palabras iban, palabras venían, nombres de bandas chevres, la memoria de Castro, mejor dicho, íbamos tertuliando de lo más sabroso cuando, de repente, ¡PUN!

Reitero lo dicho hace como 3 párrafos: Esto solo pasa en el país del Sagrado Corazón de Jesús. El taxi le pegó por detrás a un bus… Mi reacción: Oh re-fuck, y ¿ahora qué? Como lo que se estila en mi tierra es que llega la policía, la ambulancia, los bomberos, yo creo que hasta la prensa hace acto de presencia, pues acá mínimo se baja el de la buseta con una pata’ecabra y nos arregla a todos. Para mi sorpresa, no pasó nada. Nadie se bajó, nadie se inmutó, nadie se emputó, simplemente pan de cada día.



$11,000 pesos después el taxista nos dejó en un sitio en donde la mescla de ritmos no indicaba que hubiese presencia metalera en esta parte de la ciudad. Aun así, seguimos la marcha entre pinchos de carnes cuestionables, tipos que decían: Siga, siga que hay cerveza en botella (la verdad no entendí la lógica detrás de esta técnica de mercadeo…), gente de todas las clases habidas y por haber, puestos de videos piratas, casas en las que se practica la profesión más antigua del mundo, mejor dicho, de todo. Eventualmente llegamos a una calle a la cual no le cabía un antro más. Ahí fue cuando mi guía turístico me dijo: Esta es cuadra picha. No se cómo explicar mi reacción, lo único es que yo seguí caminando detrás del hombre a ver en donde terminábamos. Tres pasos más tarde y estábamos al frente del sito más increíble que he visto en mi vida. Aunque antes de entrar, había un tipo de aspecto metalero que nos estaba indicando que la parranda heavy estaba al frente (Vea, se le tiene del metal de bueno, bien pueda siga, siga). 


Terminamos entrando a un sitio llamado Capitan Spaulding Bar. Primera impresión del sitio: un sueño hecho realidad. Cuando uno viene de un sito en donde no hay escena, sino que son un par de pelagatos que de vez en cuando se ven en los conciertos, entrar a un bar en donde hay pantalla gigante y están poniendo una banda de gore un asco es algo extremadamente gratificante.  No sabía qué hacer con la alegría; se me salía por los poros. Fue hermoso. Bueno, empezó la rumba a punta de cerveza Poker y botadera de corriente con el nuevo conocido. Nuestro bartender de cabecera, Camilo, me tenía feliz poniéndome todas las cancioncitas que le pedía. El único inconveniente fue entendernos con respecto a las bandas que estaba pidiendo. La dinámica de nuestras conversaciones era algo asi:

Andrea: Tienes algo de Behemoth (pronúnciese Bi-Ji-Math)
Camilo: ¿Quién?
Andrea: Behemoth (misma pronunciación de antes)
Camilo: Ah sí, de Behemot (pronúnciese be-e-mót) se le tiene…



Este episodio se repitió con varias bandas. Al final ya no sabía si pedirle Anibal Corse, Bayron Mendez, Yudas Praist, Eslayer, La vaca decapitadora, entre otros. Quede más confundida, pero bueno, esos son imprevistos del paseo. Mientras yo seguía en mi cuento, conocí al dueño de local, al cual se le dijo que yours truly era la recomendada de Andrés Castro de Canadá. Bueno o no, mi nuevo estatus de elite me hizo acreditadora de una ronda de cerveza por cuenta de la casa, un vodka anaranjado, que me imagino que solo tenía colorante porque estaba exageradamente fuerte, y mi propio cenicero, el cual era un vaso desechable con  agüita. 



Mientras yo disfrutaba el placer de un Malboro Rojo, a la mesa de al lado llego una pareja que tenía pinta de estar en el lugar equivocado, pero como para Clombolia no hay imposibles y ninguna situación es demasiado absurda,  no me extraño su presencia en lo más mínimo.  Vamos a entrar en detalles más específicos para que entiendan la idea. La niña no pasaría de tener más de 23 añitos, lucía una bella zapatilla Reebok blanca con rosado, un jean más bien clarito, un saco rosado (ese rosado que se estila samparle a las bebés recién nacidas) y mucho maquillaje negro en los ojos. El caballero que  la acompañaba tendría por ahí yo le calculo como unos 45 palos, mínimo, portaba una chaqueta de cuero, con camisa de botones azul claro, bluejean semi pupi y zapatos de cuero.  


Después de tomar asiento, la distinguida dama rosadita se dirigió hacia mí, preguntándome que si yo sabía si se podía fumar adentro (pregunta que a mi parecer la contestaba el hecho de yo tener un cigarrillo prendido en la mano, pero creo que eso no fue suficiente) a lo cual yo conteste: Hmm… ¿creo? En fin, todo fue amor después de este instante. Nos convertimos en los íntimos parceros que frecuentan Rottenblock un sábado en la noche; el trio entrañable de la Rosadita, el Sugardaddy y la Fraulein… 

La rosadita, con un tono más bien tradicional sureño me expresó su inclinación hacia el metal y hacia este estilo de vida de la siguiente manera:

Rosadita: Sizz, es que a mí también me gusta vestirme ‘e negro pero como acabo ‘e salir ‘el trabajo me tocó venirme con las zapatillas ¡VEA! y entonces me puse ‘e rosa’ito pa’ combinar…
La zapatilla no era asi, pero me parece que esta ilustra mejor el punto.

A lo cual yo le conteste con una carita feliz de esas que dicen: Del carajo, pero la verdad me importa un culo… En fin, mis nuevas amistades me contaron su vida así como a medias, yo les conté mi rollo y bebimos pola al son de algo macabro al fondo y fui muy feliz hasta que a las 10:30pm mi amistad rosadita me dijo:
-         ¡Huepuchica, Uy mire la hora que es! Es que me tengo q’ir porque la última buseta pasa a las once.

Intrigadísima, le pregunte que luego donde vivía, a lo cual ella contestó: En Fusa… Vea, yo no sé dónde queda Fusa, pero lo único cierto es que eso suena lejísimos. En fin, nos despedimos muy tristes y esta gente se retiró del C.S.B. mientras que mi guía y yo seguíamos dándole a la pola. Eran ya las 11:30pm, cuando Oh sorpresa, volvieron mis entrañables amistades pseudo-metaleras a decirme que la verdad la estaban pasando como ameno conmigo así que decidieron devolverse. El único problema fue que en el trayecto de regreso, mi pink-inclined amistad dejó el bolso en un taxi. Oh boy… Me compadecí con ella, ya que eso de que se le pierdan las cosas a uno es como maluco (sobre todo cuando yo ya fui víctima de lo que en mi tierra llaman pickpocketing, o sea del chalequeo – Requiescant in Pace mora mía), pero procedí a preguntarle si es que ella tenía artículos de valor irremplazables en el bolso, a lo que ella, en un tono de desespero, contestó:

-         Ay no, vea, tenía las llaves de la casa y mi ‘amá me va a matar. ¿Cómo voy a llegar a la casa? (el caballero que la acompañaba ya le tenía solución a eso…) Vea, es que el problema es que solo yo tengo las llaves de la pieza… Me acabo de acordar ¡Mis polvos de Yanbal! Ay no, los $30,000… Bueno, el blaberri si lo tengo acá en el bolsillo, gracias a Dios… (Nota Bene: esa es la lógica que aún no logro entender. La gente puede estar muriéndose del hambre, o en el caso de mi amistad de rosado, muriéndose por $30,000; pero eso si, quien dijo comprar blaberri.)


Mejor dicho, que mierdero. Le dije que lo de las llaves era bobada, ya que en el peor de los casos le puede sacar duplicado a las de la mami y puede tumbar la cerradura de la puerta de la pieza y después ponerle una media velada para conservar la privacidad que brinda una chapa, ¿o no? Con respecto a los otros artículos, el amigo Sugardaddy de una me fue diciendo:

-         Andreita, mamita, dígale que yo le repongo los $30,000; es más, tenga Dianita (entrega $30,000 a la amistad de rosado). Y por el bolso y los cosméticos no se preocupe mamita que yo mañana la llevo y le compro. 


No le digo, así si es breve la vida… Ojalá yo tuviera una amistad que cuando me raptaron mi mora (que en paz descanse, amen) me hubiera dicho: Andreita mamita no se preocupe que yo le repongo esa mora mamita… ¡No! A uno le toca berraco. En fin, no vale la pena entrar en detalles. Mejor dicho, como diria la mamita del de la pelota de letras: Esa platica se perdio. Volviendo al dilema del bolso, yo me ofrecí a acompañarla de compras al centro andino, y ya, arreglamos su vida por un instante y seguimos bebiendo.

Al final decidimos cambiar de bar y explorar la escena a eso de la media noche en Rottenblock, ya que a la Fraulein le entraron las ganas de bailar al ritmo de Melechesh. No se pierda el gran desenlace de esta fascinante historia porque todavía lo que falta por contar es mucho.



Y como dice la canción: Ay que orgulloso me siento de ser un buen clomboliano! 

Fraulein Andrea MMXI

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